top of page

SIN LUGAR PARA LAS MOSTRAS: PELO PÚBLICO, PELO PRIVADO DECONSTRUCCIÓN DE UNE CUERPE

Registro de performance
Espacio Contemporáneo de Arte, San Rafael, Mendoza

2019

Fotos y videos @elojoylaoreja

Curaduría y Texto de Natacha Voliakovsky 

SIN LUGAR PARA LAS MOSTRAS

En  el  siglo  XVIII  para médicos e intelectuales, como Jules Michelet, cada etapa del desarrollo reproductor femenino, desde la primera menstruación hasta la menopausia, constituía una especie de enfermedad que debía ser controlada y vigilada  por  un  médico. Se  publicaron  numerosos  papers  y tratados sobre  educación  y  moral  en  los  cuales  se analizaba  y  se  establecían  las  diferencias  en  el  comportamiento  que  debían  existir entre hombres y mujeres. El vestir, el hablar, la higiene personal… asociando la limpieza corporal con la psicológica  y la  ética:  una  mujer  limpia  y  cuidadosa  -escribió  la  condesa  de Bassanville-  es  casi  siempre  una  mujer  honesta  y  virtuosa.


En el siglo XIX,   los   negocios   y   el   hogar   pasaron   a   ocupar   espacios   diferentes   y   este distanciamiento  constituyó  un  símbolo  de  prestigio  para  aquellos  que se  podían  permitir  vivir  en  una  casa  distinta  al  lugar  de  trabajo. -asignando  a  hombres  y  mujeres diferentes roles-, la  identificación  de  lo  público  con  lo  masculino  y  lo  privado  con  lo  femenino. 


Desde tiempos inmemorables nuestros cuerpos fueron controlados, medidos, ingresados en normas sociales de convivencia, replicando conductas desde la intimidad de cada familia hacia lo social. Aquellas leyes binarias nos marcaron como personas oprimiendo y excluyendo todo aquello que traspase la ley siendo ubicado en el lugar de monstruoso.


Nuestro pelo es aquel bastardo durmiendo en el limite entre la piel y lo que hay afuera, entre dejar expuesta alguna parte o no. Se cae, se enreda, toma olor, podemos cortarlo, rasurarlo, extraerlo… Estos contratos implícitos en la sociedad replican mecanismos de control sobre la intimidad como la depilación, una practica que se enseña, muchas veces, dentro del seno familiar, como ritual. 


Graciela Alvarez Maroccolo nos propone cuestionar este tratado invisible, escrito en la mente de nuestras madres, tías y abuelas, quienes fueron las primeras en ayudarnos a depilarnos e iniciarnos en esta practica social de opresión que aun hoy, siglos después, continúa a fuerza.  

Natacha Voliakovsky,
New York, 2019. 
 

bottom of page