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EXPLORACIONES DESDE EL ABISMO: EL ARTE COMO SUPERVIVENCIA

Qué soy? ¿Quién soy? Artista, activista, puta, avatar, portadora de concha, hijx, amigx, hermanx, y más...

Llevo muchas etiquetas, pero, ante todo, soy una PERSONA sintiente que problematiza absolutamente todo. Mi identidad artística se sitúa en el underground, y me autopercibo como agénero, caótica, ruidosa, obsesiva. Me entrego a mis obras de tal manera que mi cuerpo se vuelve parte integral de mis investigaciones artísticas. Aunque no etiqueto lo que hago, si tuviera que darle un nombre, bien podría llamarlo Martha o arte contemporáneo.

De niña, soñaba con ser científica. Ese deseo se desvaneció cuando, a los 11 años, fui víctima de una violación. Desde entonces, llevo el estigma de ser lo que se llamaría una "mala víctima," ya que, en lugar de reprimir ese trauma, lo someto y lo exploro continuamente en mi obra.

Mi práctica artística sigue un método experimental similar al científico: recojo información, acumulo datos, objetos, textos, basura encontrada en la calle, experiencias, y de repente, ¡BOOM! Nace una imagen, un objeto, un texto. Surge la obra.

Mis ejes temáticos giran en torno a cuestionar las estructuras de poder, sus violencias, y los actores implicados. Los cuerpos, muchas veces, esconden un dolor profundo, y a través del arte, transformo esa violencia en una herramienta para generar nuevos significados sobre lo que nos hiere.

Estoy atrapada en mis obsesiones. Persigo esa "cosa" que me convoca, sin saber exactamente por qué. La sigo desde distintas disciplinas, encuentro fugas. Cuando esa "cosa" me explota en el cerebro, se comunica conmigo y nace la obra. En ese momento, tomo decisiones formales: el formato es aleatorio, puede ser grabado, pintura, dibujo, performance, fotografía, escultura o instalación. No me limito a una única posibilidad, las obras quedan abiertas, crecen, se transforman o mueren. Todo es parte de un mismo gran cuerpo: mi obra es mi vida.

No existen límites claros entre mi vida privada y mi producción artística. Las líneas entre lo público y lo privado se desdibujan. Producir es lo que me mantiene en pie, lo que me da energía para no sucumbir al suicidio. La realidad está llena de basura, pero en la poética encuentro resistencia, resiliencia y el poder de seguir adelante.

Graciela Álvarez Maroccolo

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